La percepción del tiempo puede variar entre una persona y otra tal como varía entre una especie animal y otra. Así como, por ejemplo un ratón que vive solamente un año no ve el tiempo del mismo modo que una tortuga que puede vivir hasta cien años.
De un modo similar para Dios, quien es eterno, muchos años son como un instante. Lo asombroso es que en ese instante, atiende cada detalle de nuestras vidas siendo nosotros tan diminutos en comparación con su universo.
1. La oveja perdida (Mateo 18:10-14)
Dios es como un pastor que cuida de sus ovejas al mantenerlas unidas, limpias y nutridas. No obstante, al igual que nosotros, ellas pueden desorientarse, distraerse y separarse del rebaño, así que cuando eso suceda, él hará lo necesario para traernos de vuelta.
2. Todo tiene su tiempo (Eclesiastés 3:1)
A diferencia de un pastor humano, que puede no encontrar a su oveja o llegar demasiado tarde, Dios nunca nos pierde de vista. Puede que estemos pasando por un tiempo difícil, pero él espera que seamos capaces de tomar nuestras propias decisiones y aprendamos a valorar lo que tenemos. Depende de nosotros identificar y aprovechar el momento oportuno para cada cosa.
3. Dios siempre llega a tiempo (Salmo 18:30; Gálatas 4:4)
Él podría responder nuestras peticiones de inmediato, pero prefiere darnos nuestro espacio y esperar a ver qué hacemos con lo que hemos aprendido y recibido de él. Aunque parezca que se mantiene al margen de nuestros problemas, él observa atentamente nuestros corazones e interviene en el momento oportuno.
Existen dos palabras griegas que se utilizan para definir el tiempo con relación a nosotros. El Cronos, que es la sucesión de minutos, horas, etc. Y el Kairo, que es el momento oportuno, podemos desesperarnos tratando de que todo suceda cuanto antes, o confiar en Dios mientras ponemos de nuestra parte, de modo que él intervenga en el momento oportuno.
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