Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Génesis 2:24
Alguien dijo que un hombre se casa con una mujer con la esperanza de que no cambie, pero cambia. Y que una mujer se casa con un hombre con la esperanza de que cambie, pero no cambia. Ante tales situaciones lo obvio sería tratar de cambiarlo para darle una forma que se ajuste a nuestras expectativas.
Como todo ser humano, cada cónyuge tiene sus virtudes y defectos. Lo ideal es que se valoren y disfruten mutuamente sin rechazarse. No obstante, esto no incluye maltratos, adulterio, abandono u otros tipos de abusos y traiciones. Ante los cuales se deben tomar medidas más radicales como la separación o pedir ayuda.
¿Cómo tolerar la conducta irritante de tu pareja?
Hay ciertos aspectos de la forma de ser de la otra persona que pueden resultarnos desagradables, en tal caso conviene que nos enfoquemos en lo que si nos gusta de él para así poder aceptarlo y valorar el que siga a nuestro lado.
Evita convertirte en «el arreglador»
Cuando una pareja se casa, no solo lo hace con la persona sino también con todos sus defectos y se comprometen a estar juntos en las buenas y en las malas. Cuando uno de los dos trata “de arreglar al otro” puede que esto los distancie porque mientras uno se siente acusado y rechazado, el otro se llena de argumentos para acusarle.
¿Qué me dices de los defectos más serios?
Hay ciertas conductas que representan un problema real para ambos. En tal caso es necesario dialogar al respecto, ante lo cual es mas efectivo enfocar la conversación hablando de “nosotros” en lugar de “tú” y aclarar que no quieres acusarle sino que buscas mejorar o salvar la relación.
Motiva a tu cónyuge para una solución positiva
Usando un poco de creatividad, puedes evaluar el problema, sugerirle soluciones positivas y ayudarle en caso de ser necesario en vez de atosigarlo con críticas, quejas y reproches.
Mírate
El matrimonio, como toda relación interpersonal requiere gran cantidad de empatía en ambas partes, es decir, “ponerse en los zapatos del otro”. Para lo cual es necesario que antes de querer cambiar a nuestro cónyuge, debemos mirarnos a nosotros mismos y cambiar lo que sea necesario por el bien de la relación.
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